Hacer deporte nos hace sentirnos más
felices. Numerosos estudios demuestran que después de una sesión de
entrenamiento el cuerpo provoca la secreción de endorfinas, las cuales
estimulan los centros de placer en
el cerebro. También nos sentimos satisfechos: estamos más en forma y
hemos logrado quemar unas cuantas calorías. Ahora bien, salimos del gimnasio o
acabamos la ruta en bicicleta y estamos casi obligados a realizar una parada
con los amigos. Pues bien, todos aquellos que creen que beberse una
cerveza no es algo saludable se equivocan, acá todos los detalles.
No engorda
tanto como piensas
Vamos a hacer números. Si salimos a correr el
cuerpo utiliza hidratos de carbono y las reservas de grasa para proporcionar la
energía necesaria para llevar a cabo la actividad muscular. Una persona de 70
kg quemaría alrededor de 120 calorías por cada 1,5
km recorridos, y una pinta de cerveza contiene aproximadamente 200 calorías,
por lo que es poco probable que beberse una cerveza le lleve a una aumento de
peso excesivo. Aun así, si quieres compensar las calorías ingeridas por la
cerveza deberás correr una mayor
distancia.
Ayuda a la rehidratación
Además de no tener grandes efectos calóricos,
también puede reportar beneficios. Según un estudio realizado por
la Facultad de Medicina de Granada y el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) en 2013, en el que se tomaron los datos de
un grupo de jóvenes a los que se ofreció agua o cerveza después de realizar
ejercicios físicos en condiciones extremas, se llegó a la conclusión que puede favorecer una rápida y efectiva
rehidratación y evitar dolores musculares tras la práctica
deportiva. Los expertos se basaron en la composición de la cerveza -que
contiene agua, cebada y lúpulo- y
las propiedades antioxidantes de sus ingredientes.
La cerveza tiene muy
pocas proteínas y calorías, mientras que posee un alto contenido de
micronutrientes como el potasio o el fósforo.
Después de hacer deporte, beber una cerveza, tanto si es con alcohol como sin
alcohol, ayuda a recuperar las pérdidas hídricas en medidas similares a
las del agua. Durante el ejercicio el cuerpo pierde agua y electrolitos a
través del sudor, por lo que después es importante rehidratarlo. Algunas
personas optan por las bebidas deportivas, que contienen electrolitos como el potasio
y el sodio. Sin embargo, a pesar de que contiene menos sodio, la cerveza puede
actuar de forma similar a muchas bebidas deportivas. Contiene malta, agua y no lleva grasas. Su
contenido en calorías y proteínas es muy bajo, mientras que posee un alto
contenido de micronutrientes como el potasio o el fósforo.
Ojo con el alcohol
No obstante, no hay que olvidar que la cerveza
contiene alcohol, el cual sí que
provoca algunas contraindicaciones. El alcohol
genera la necesidad de ir con más frecuencia a orinar, lo que no es
bueno para la rehidratación después de haber practicado deporte.
El alcohol aumenta las
hormonas catabólicas como el cortisol, conocido como la hormona del estrés.
Por otro lado, los músculos son los principales
implicados durante el ejercicio -brazos, piernas y tronco- y algunas
investigaciones sugieren que el alcohol afecta negativamente a su
recuperación tras el ejercicio y puede aumentar las lesiones.
Puede afectar al hígado
El consumo de alcohol también puede provocar daños
en el hígado, una de las principales reservas de glucógeno. A pesar del valor
nutritivo de la cerveza, hay alguna evidencia de que el alcohol puede afectar
al almacenamiento de glucosa en el hígado y
a su liberación.
Asimismo, otros estudios han demostrado que la
ingesta de alcohol puede conducir a desequilibrios
hormonales. Por ejemplo, el alcohol aumenta las hormonas catabólicas
como el cortisol, conocido como la hormona del estrés, mientras que también puede disminuir
hormonas anabólicas como la testosterona, por lo que estos desequilibrios
pueden ser malos para la salud.

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